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LA CURVA DEL ESTRÉS

El estrés no tiene por qué ser algo malo, lo importante es entender cómo se comporta y cuándo empieza a ser un riesgo para nuestra salud.

¿Sabrías diferenciar entre un estrés bueno y uno malo? Hans Selye los diferenció bajo los términos de "eustress" y "distress", y hoy te quiero explicar cuáles son las fases del estrés y dónde empiezan a ser un problema.


Primero de todo, debemos entender que el estrés es algo positivo para nuestro cuerpo; es una reacción fisiológica natural, y como tal, tiene una gran función: asegurar tu supervivencia. Por eso, el estrés debe estar ahí, y no debemos entender que todo el estrés es malo. El eustress es ese estrés "bueno", el que aparece cuando estamos nerviosos por un cambio a mejor, por un trabajo en el que nos acaban de contratar o porque mañana tenemos una cita. Sin embargo, el distress es el "malo", el que nos hace no dormir durante días, el que nos genera una presión en el pecho que no nos deja respirar y el que hace que día sí día también esté con diarreas.


Esa respuesta de estrés comienza en nuestro cerebro cuando detecta una "amenaza", en el hipotálamo, que rápidamente activará una serie de "máquinas" para generar cortisol, adrenalina y noradrenalina: las hormonas protagonistas del estrés.


En el siguiente esquema vemos la evolución del estrés con respecto al rendimiento "performance" y cómo el estrés según avanza en el tiempo para de ser "bueno" a "malo".

Es muy interesante ver cómo cuando nuestro cuerpo se activa por un estresor momentáneo, nuestro cerebro se concentra, piensa con eficiencia y nuestros músculos se activan para ser fuertes y rápidos. Sin embardo, a medida que ese estrés permanece en el tiempo, pasa a ser "distress", y con esto llegan las distracciones, el agotamiento y la falta de descanso.


¿Qué se encuentra al final de esta línea? El burnout y los picos de ansiedad: la sensación de no poder respirar, la nebulosa mental y el agotamiento físico.


Todos estos síntomas impactan directamente en nuestra alimentación, ya que en nuestra cultura nos enseñan a hacer una gestión de nuestras emociones a través de la comida. Por eso, implementar técnicas de relajación o mindfulness nos ayudará momentáneamente a encontrarnos mejor y bajar el ritmo, pero solo serán la solución si están combinados con técnicas y terapias de gestión emocional.


¿En qué punto de esta curva te encuentras tú? Algunos síntomas de distresss son:

  • latidos anormales

  • nebulosa mental

  • insomnio

  • pesadillas

  • hipertensión

  • entumecimiento muscular

  • tics

Si sientes que este estrés se relaciona con la forma en la que te alimentas y que puedes practicar una alimentación emocional, te animo a apuntarte a mi taller sobre "estrés, microbiota y hambre emocional" que impartiré el 22 de enero de forma presencial (en Madrid) y de forma virtual.





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